Dr. Renny Yagosesky
Diremos que, en términos básicos, la gerencia es la disciplina que se encarga de estudiar y aplicar las leyes o reglas que hacen posible la dirección eficaz de una organización empresarial. Cuando decimos eficaz, nos referimos a la capacidad de generar resultados de calidad previamente definidos.
La gerencia tradicional se basa en la efectividad, en la capacidad de producir resultados de calidad, definidos en el proceso de planificación. Sin embargo, no todas las culturas operan del mismo modo. Para los japoneses, resulta esencial: el respeto por las normas, la entrega al trabajo, y el seguimiento de valores como: la colaboración, la gratitud y la humildad. Esto dista mucho de los esquemas de los empleados latinos y más específicamente, de los empleados venezolanos.
Pensando en optimizar los resultados gerenciales, he creado un modelo de Gestión y Liderazgo que he denominado Modelo Efectivo-Afectivo. Esta visión pretende unificar los requerimientos del logro concreto con las necesidades afectivas de los miembros de la organización. Así, en el lado efectivo del modelo, figuran los factores que pueden llevar a un gerente a lograr sus metas: definir objetivos, planificar estrategias, ejecutar tareas, medir resultados, realizar ajustes sobre la base de la necesidad y las posibilidades reales, y seguir actuando y ajustando los planes hasta lograr las metas.
En los parámetros de la gerencia afectiva, están las cualidades que deben considerarse y desarrollarse, para lograr que los empleados se comprometan voluntariamente en la realización de la visión de los líderes. Esta matriz afectiva, que es la otra mitad del modelo, incluye: empatía, motivación, integración, persuasión, modelaje y resiliencia.
Un gerente que entienda este modelo, deberá tener alta empatía, pues el empleado promedio piensa que no hay oídos dispuestos a escucharlo. Además, demanda un alto grado de conexión emocional. Sin esa posibilidad, se sienten abandonados y su ánimo se debilita y por ende también su rendimiento. Y no sabemos de empleados infelices que sean productivos.
La motivación, es la primera clave para activar la pasión de los empleados, incluso por encima del salario. Motivar, significa encender los detonantes mentales y emocionales que despiertan el deseo de ir a trabajar con entusiasmo. Y para saber, hay que observar y preguntar.
Los equipos empresariales que funcionan son equipos integrados, que han superado la brecha del egoísmo, alineado la diversidad, y alcanzado un punto de interdependencia que permite la sinergia y el éxito. Cuando no hay integración reina el “yo”, se incrementan los conflictos y la energía se diluye en luchas internas que bloquean el esfuerzo común y retrasan los logros.
Un buen gerente debe ser persuasivo, pues parte de su tarea es vender los proyectos, animar al equipo y convencer a los jefes de que sus decisiones y puntos de vista son correctos.
Como además de decir, es necesario mostrar, el gerente debe modelar lo que predica para ganar credibilidad. De lo contrario, sus palabras pierden peso y su imagen se deprecia en la organización.
Y dado que vivimos tiempos tormentosos, un buen gerente debe tener resiliencia. Los entornos complejos y cambiantes producen muchas frustraciones, debido a la dificultad para predecir y acertar. Los buenos gerentes hacen un balance de aciertos y errores, trabajan por promedios, aprende de los errores y tienen alta capacidad para resistir el estrés y para recuperarse de derrotas transitorias.
Esas son las premisas de la gerencia efectiva y afectiva, que integra una zona de gestión y una zona de relación. Si se ponen en práctica, contarán con empleados entusiastas que caminan hacia la excelencia. Y eso es lo que las empresas desean: un compromiso sincero y eficaz.