Dr. Renny Yagosesky
Se ha dicho que el liderazgo es la facultad esencial que ha forjado la, pues hombres y mujeres con capacidad de influencia, se han encargado de dirigir a otros hacia los destinos que los han mejorado. Aunque está claro que no todos tienen lo necesario para dirigir y guiar.
Docentes, vendedores, empresarios, políticos y dirigentes sociales, han intentado dar con las claves de la convocatoria, de la motivación, del compromiso voluntario, que es lo que todo líder anhela obtener o ganar. El buen líder impacta mentes y corazones, construye, deja huellas y se convierte en modelo a seguir.
Podemos encontrar líderes de diverso tipo. Los hay carismáticos, estratégicos, intelectuales o emocionales. Sin embargo, más allá de los atributos de personalidad, que son generalmente rasgos innatos, hay lo que se conoce como: el estilo de liderazgo. Blaine Lee, estudioso del tema del poder, sostiene que, en esencia, existen tres tipos de liderazgo, que aplican para líderes religiosos, políticos y empresariales, y que generan ciertas consecuencias en los seguidores que pueden predecirse. Se trata de: liderazgo coercitivo, liderazgo utilitario y liderazgo de honor.
El liderazgo coercitivo:
Es un tipo de liderazgo basado en el miedo, en la amenaza, en la coerción. Quien lo usa, obliga a sus colaboradores a realizar ciertos actos, bajo la presión de recibir algún castigo, de asumir algún riesgo, de ser execrados, etiquetados, sancionados o ridiculizados. Suele ser destructivo y desmoralizante, y solo funciona mientras el líder está presente y vigilante. Suele tener vigencia en personas débiles, que se agachan y rinden ante las presiones, chantajes y amenazas, pero opera un efecto defensivo en quienes no son susceptibles de ser atemorizados. Se usa bajo la creencia de que es eficiente, aunque en realidad genera rechazo, resistencia, rebeldía y deseos de venganza. La lealtad que genera es débil y generalmente breve.
El liderazgo utilitario:
Es un tipo de liderazgo basado en la recompensa, la negociación y el regateo. Aquí las partes se ponen de acuerdo en el precio y las condiciones del apoyo que se brindará, y su efecto se mantiene mientras las condiciones se cumplen y no exista una mejor oferta. Este método funciona con las personas que se centran en sus necesidades y objetivos, y dejan en segundo plano sus valores. El tipo de lealtad que genera este modo de liderazgo es volátil y pasajero, pues se basa en su potencial de intercambio, en la calidad relativa de los acuerdos y en los beneficios que obtienen las partes.
El liderazgo de principios:
Es un estilo de liderazgo basado en el honor, en códigos éticos y morales, en el mismísimo ejemplo personal. Descansa sobre relaciones sinceras y de calidad, en la convicción personal de estar haciendo lo correcto, así como en el respeto y la integridad. Va más allá del temor y de los beneficios utilitarios, pues se eleva apoyado en la congruencia, en una base de valores éticos y morales.
Este método funciona con las personas que tienen una escala de valores definidos o que se sensibilizan ante las ideas superiores; los que han dejado atrás el pragmatismo y piensan que las acciones tienen reacciones y que las intenciones también cuentan. El tipo de lealtad que genera es fuerte y duradera, pues opera desde la automotivación. Quien sigue a un líder que practica este estilo de liderazgo, por lo general desea ser como el líder que apoya, quiere hacer lo que el líder hace, y se esfuerza por hacer lo que el líder le pide que haga.
No es ningún secreto que muchos de los liderazgos actuales, se basan en la intimidación, el chantaje y la negociación, por lo que están condenados a durar poco. Las promesas vacías que no se amparan en la congruencia, resultan contradictorias y rechazadas por su baja confiablidad.
Los que se empeñan en usar el temor como método, bajo la idea de su eficacia y la creencia de que la gente termina por acostumbrase, desconocen dos importantes principios de la psicología humana: que los premios siempre funcionan mejor que los castigos para mantener e incrementar las conductas deseables, y que las personas tienen impulsos evolutivos que los impulsan a avanzar en su perfectibilidad.
Si queremos activar un liderazgo positivo y constructivo, es necesario revisar el estilo, los métodos, pues no todo puede ser soportado por el carisma o las apariencias. Toda acción trae consecuencias; ninguna voz queda sin eco, ninguna semilla queda sin fruto. Gracias por leerme.