¿COMO DAÑAMOS LAS RELACIONES DE PAREJA?


Dr. Renny Yagosesky


Sea por necesidad, costumbre o temor a la soledad, tener una relación de pareja es para los seres humanos algo especialmente importante. Puede decirse que todos deseamos amar y ser amados, y disfrutar de las mieles del romance y del erotismo que nos proporciona un vínculo de amor estable y satisfactorio. Sin embargo, más allá de esta buena intención, muchos parecen orientarse a afectar, dañar o destruir sus propias relaciones de pareja. Y dos preguntas surgen de inmediato: Por qué lo hacemos y cómo lo hacemos.


Sobre las causas de este sabotaje hay versiones diversas. Albert Ellis, eminente investigador de la conducta, ha señalado que las personas tenemos un lado irracional que produce autosabotaje o conductas “neuróticas”. Esto podría superarse al detectar y modificar pensamientos irracionales que impulsan emociones y conductas inadecuadas. Bowlby, otro estudioso, responsabilizada a los padres y su manera de cuidar de los hijos durante la niñez, pues en su experta opinión, los primeros 3 años, marcan para siempre el cerebro infantil. Y advierte que los estilos distantes, fríos y ansiosos de comportamiento que vemos en muchos adultos, tuvieron su semilla en los tiempos infantiles. Hay visiones más enfocadas en lo social, que culpan a los Medios, la Escuela o la Iglesia. Aunque más allá del elemento causal, que puede ser más bien múltiple, al final importan las soluciones.

En cuanto a las conductas que lesionan los vínculos de pareja, los más comunes en mi opinión, son: las discusiones, las descalificaciones, las amenazas y las culpabilizaciones, las cuales son producto de tres mecanismos negativos que con frecuencia operan como bloqueadores de la relación: la ilusión, el apego y la incomunicación. Veamos:

La ilusión es el proceso mental que consiste, principalmente, en dar rienda suelta a la fantasía, casi siempre en el inicio del vínculo. Es típico que los miembros de la naciente pareja idealicen al otro y se imaginan un futuro feliz y maravilloso. Esto, puede ser inicialmente una manifestación de sano optimismo, pero tiende a convertirse en una distorsión de la realidad que exagera lo placentero y minimiza lo desagradable. Creamos un “punto ciego”, nos auto-engañamos para evitar sufrir, y luego de un lapso que va de 18 a 36 meses, el desengaño y la frustración nos despiertan, cuando «el alma gemela» ya no es lo que parecía ser. La solución a este autosabotaje es «abrir los ojos», «aterrizar» y mirar los hechos y reducir las expectativas exageradas e irracionales sobre a pareja. Hay que aceptar lo que es, y no centrase en lo que «debería ser». Realismo, expectativas moderadas y racionales y aceptación, son las claves.

Otra trampa autodestructiva de una relación de pareja, es el apego, que se expresa como una alta necesidad de contacto físico o emocional con otra persona o cosa. Del apego nace la dependencia, que suele llevarnos a querer controlar al otro para evitar el “síndrome de abstinencia” o el sufrimiento por la ausencia de eso o eso que anhelamos tener cerca. Esto produce la sensación de estar asfixiado, para uno, y de ser rechazado, para el otro. Así, se van extinguiendo la magia, la confianza, la armonía y la esperanza de un futuro común satisfactorio. Los celos son muestra típica de este estado. Superar este comportamiento de baja autonomía e inseguridad, demanda en general elevar la autoestima, y en particular, desarrollar una agenda libre del otro o con encuentros distanciados e intermitentes y mayor observación de uno mismo y no de la pareja. Se debe respetar el espacio del otro, y ampliar el autocontrol, con auto observación y relajación, para evitar respuestas impulsivas. En resumen, autonomía, autocontrol, respeto y opciones.

La incomunicación es un tercer factor de perturbación de la relación de pareja. Se manifiesta de varias formas: negarse a hablar, trivializar o evadir, lo que propicia resentimientos, enfrentamientos y venganzas. Muchos se separan aún amándose, al no lograr acuerdos y verse derrotados por el estrés, la inhabilidad comunicacional o el orgullo. Las consecuencias: conflicto y resentimiento. La solución impone disposición, tolerancia y la humildad, así como una comunicación clara y asertiva centrada en soluciones. Siempre, como decían los antiguos chinos: «Es mejor encender una vela que quejarse de la oscuridad».

Si usted se ve reflejado en estas descripciones, obsérvese, reflexione y ponga su grano de arena para buscar salidas positivas a sus limitaciones en la relación de pareja. No es adulto culpar a los demás por lo que nosotros podríamos evitar o resolver. Recuerde que la solución está en la acción. Dicen algunos, que la peor diligencia, es la que no se hace. Gracias por leerme.

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