Dr. Renny Yagosesky
En el vasto territorio de la psicología, existe un fenómeno intrigante que nos recuerda la complejidad de la mente humana: los puntos ciegos. Estas son áreas de nuestra experiencia que se ocultan en las profundidades de la inconsciencia, escapando a la luz de nuestra atención consciente. A menudo, evitamos enfrentarnos a ellos porque su contemplación directa podría resultar dolorosa o amenazante para nuestra sensación de seguridad.
La atención es la función clave para entender este juego mental, ya que es la atención el marco a través del cual vivimos nuestra experiencia y creamos nuestra realidad. William James lo expresó magistralmente al afirmar que aquello a lo que prestamos atención se convierte en nuestra realidad, mi entras que lo ignorado desaparece. De ese modo elegimos consciente e inconscientemente qué aspectos incluir o excluir de nuestra atención, moldeando así nuestra experiencia.
En su libro “El Punto Ciego”, que trata el tema de la psicología del autoengaño, Daniel Goleman afirma que todos tenemos áreas mentales oscuras, de baja consciencia, que nos impiden ver claramente nuestros sesgos y prejuicios, así como comprender plenamente nuestras motivaciones y comportamientos, lo que nos llevan a distorsionar la realidad para protegernos de emociones negativas como el estrés, la ansiedad o el fracaso. Como puede suponerse, esta reacción evasiva puede afectar nuestras relaciones interpersonales y nuestra capacidad de influencia.
Resalta el autor, que aquellos que son emocionalmente más sensibles tienden a ser más evasivos y lo manifiestan huyendo de aquello que les genera tensión. Y agrega que existe una relación entre la atención y el sufrimiento. Que con frecuencia la mente reduce los niveles de consciencia para protegerse de la ansiedad, creando zonas de autoengaño que se expanden del ámbito personal al social.
La conexión entre el estrés, la ansiedad y la atención es profunda. El estrés y la ansiedad, que pueden ser estimulados por la incertidumbre de lo nuevo y lo desconocido, pueden bloquear la cognición y reducir nuestra capacidad de auto regulación consciente, lo que provoca respuestas automáticas e impulsivas ante la percepción de peligro.
Comprender y reconocer nuestro propio punto ciego, resulta esencial para mejorar nuestra comprensión de nosotros mismos y de los demás, permitiéndonos tomar decisiones más informadas y actuar de manera más efectiva en el mundo que nos rodea, lo que deriva en mejoras en nuestra calidad de vida.
Hay tres recomendaciones que podemos seguir para trascender los puntos ciegos de la consciencia:
- Aumentar la autoconciencia:
Se trata de hacerse más y más consciente de los propios pensamientos, sentimientos y motivaciones. - Activar la humildad:
Se trata de la disposición para admitir que estamos equivocados y a aprender de nuestros errores. - Recibir retroalimentación:
Se trata de buscar y aceptar la retroalimentación de los demás sobre nuestro comportamiento.