¿CUÁNDO TERMINAR UNA RELACIÓN?

Es un hecho probado que amar no siempre es suficiente para que un vínculo de pareja se mantenga en el tiempo.  Las relaciones son intentos conscientes y en mucho inconscientes, de unificar preferencias, valores y metas bajo un mismo techo emocional. Pero no siempre esta unión es posible ni sostenible. La razón es que en una relación funcional y satisfactoria se requiere más que pasión e ilusión: demanda auto conocimiento, voluntad, madurez y un compromiso de crecimiento mutuo definido y genuino. Y cuando esto se pierde, la pregunta inevitable aparece: ¿debo seguir o es momento de soltar?

En mi modelo de pareja funcional existen seis pilares esenciales que hacen posible un vínculo estable, satisfactorio y eficaz :

  1. Autoestima: necesidad de amor propio, para amar al otro sin depender, ni anularse.
  2. Amor: sentimiento de atracción y disposición de contribuir con la felicidad del otro con respeto, cuidado y aceptación.
  3. Compatibilidad: afinidad en valores, intereses, ritmos de vida y formas de ver el mundo.
  4. Habilidades de comunicación: saber expresar, escuchar, negociar y resolver conflictos sin herirse.
  5. Entorno adecuado: apoyo social y familiar que no sabotee la relación ni alimente conflictos.
  6. Recursos materiales: condiciones mínimas que permitan estabilidad y bienestar compartido.

Pero, ¿qué ocurre cuando estos elementos desaparecen o nunca estuvieron presentes?
Hay señales claras que indican cuándo una relación ha llegado a su límite saludable:

  • Desamor evidente: cuando la conexión emocional ha muerto y no hay deseo de recuperar el vínculo.
  • Crítica constante y desprecio: si uno o ambos solo ven lo negativo y no hay reconocimiento mutuo.
  • Falta de voluntad para mejorar: no hay intentos de cambio ni disposición al diálogo o crecimiento.
  • Violencia o maltrato intencional: ya sea físico, verbal, emocional o económico.
  • Adicciones o comportamientos destructivos: conductas descontroladas que afectan la convivencia.
  • Intromisión de terceros apoyada o tolerada que sabotea el vínculo.
  • Ausencia de placer o motivación: la convivencia se vuelve rutina vacía y no hay un proyecto común que los inspire.

Todo esto abre una brecha en la pareja y es allí cuando aparece el deseo de alejarse y eventualmente, de buscar afuera lo que no se consigue adentro. Hay números que nos muestran parte de esa realidad: estadísticamente, cerca del 45% de las relaciones conyugales en el mundo terminan antes de los siete años. En Venezuela, por ejemplo, se registran alrededor de 40.000 divorcios anuales, lo que refleja una realidad de relaciones frágiles o mal gestionados.

No estamos sugiriendo que debamos rendirnos ante el primer conflicto. La idea aquí es ir más allá de la ilusión hueca y el auto engaño compasivo, para poder reconocer cuando el desgaste es mayor que la esperanza. Si la relación se ha convertido en una fuente de sufrimiento prolongado, humillación o estancamiento, en lugar del espacio de crecimiento, apoyo, afecto y motivación que debería ser, es legítimo pensar en cerrar  el ciclo.

Qué hacer entonces para no empeorar las cosas?

  1. Haz un inventario emocional honesto: ¿Qué te aporta esta relación hoy? ¿Qué te quita?
  2. Evita tomar decisiones en caliente. Reflexiona con calma, sin dramas ni manipulación.
  3. No te quedes por motivos inadecuados: No te condenes a la infelicidad, por solo por costumbre, presión social o miedo al cambio.
  4. Recuerda que soltar también es autoestima: irse puede permitirte recuperar tu balance y tu amor propio.
  5. Consulta con un profesional si hay confusión, miedo o culpa excesiva, pide ayuda.

Y dejemos claro que terminar una relación no es fracasar. Muchas veces, es el primer paso hacia una vida más sana, digna y auténtica. Gracias por leerme.

Si tienes problemas de pareja y requieres apoyo profesional para tomar decisiones más acertadas o terminar una relación, haciendo un cierre saludable, solicita una consulta haciendo click aquí

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