Los comienzos de un año nuevo pueden llegar a ser llamativos, intrigantes y a la vez promisorios y esperanzadores. Nos invitan a pensar en lo que hemos hecho y lo que deseamos hacer, en lo logrado y en lo que está por lograr, en lo trivial y en lo significativo. Nos predispone a avanzar en la revisión y diseño de un nuevo mapa, de una nueva ruta y de un mejor destino.
Para que el asunto vaya más allá de planes y entusiasmos fugaces, es necesario salir de la imaginación y entrar al mundo de la acción concreta; es necesario confiar en uno mismo y estar listo para afrontar y vencer temores y obstáculos. Veamos a continuación algunas recomendaciones que contribuyen a lograr esas metas que casi como costumbre, nos proponemos en los inicios del año:
Tener ambición:
No hay logro sin deseo, pues el deseo es la base de la motivación. Es necesario querer lograr algo, querer avanzar hacia un estado ideal y positivo. Es cierto que muchos ven la ambición como algo negativo, aunque es la ambición desmedida y egoísta la que se hace dañina, al expresarse como envidia, avaricia o codicia. El deseo es tan normal, que hasta los religiosos ambicionan encontrar a Dios. Querer algo contribuye a elevar el ánimo y a superar el pesimismo y la resignación.
Definir metas:
Se requiere clarificar y precisar lo que se desea lograr, para evitar andar a ciegas o tener que improvisar y tomar lo que la vida envía. Esas metas deben ser propias, importantes para nosotros, viables, motivantes y adecuadas a lo que requerimos.
Establecer prioridades:
Las metas deben abordarse en razón de su grado de prioridad, es decir, de acuerdo con sus grados de importancia y de urgencia, en el contexto de las necesidades, anhelos y circunstancias personales. Invertir tiempo y energía en lo que no es relevante nos condena al amargo despertar al que se refiere Stephen Covey con la metáfora contundente de pasarse años escalando una montaña para descubrir un día cualquiera, que la montaña que se debía subir era otra.
Determinar los Recursos:
Se requiere clarificar y precisar lo que se desea lograr, para evitar andar a ciegas o tener que improvisar y tomar lo que la vida envía. Esas metas deben ser propias, importantes para nosotros, viables, motivantes y adecuadas a lo que requerimos.
Desarrollar Preparación:
No puede volar quien no aprende a usar sus alas. Para saltar de la mediocridad a la excelencia se requiere hacer las cosas bien y esto implica un conocimiento adecuado. La preparación, una formación acorde con las necesidades y expectativas, es una pieza de importancia fundamental en la vida productiva. Los expertos tienden a valer más dinero en el mundo laboral, y a llevarse las mejores oportunidades de trabajo. No debemos subestimar el poder del conocimiento en el logro de las metas personales.
Pasar a la acción:
Muchos piensan pero pocos hacen. La teoría no es igual que la práctica, y entender no es lo mismo que saber. Sabe el que hace, el que actúa, el que logra. La acción es el detonador del éxito, pues lo que no se hace se queda como plan, como sueño, como mera ilusión. Dicho metafóricamente, la acción es la chispa que enciende la mecha y hace posible la explosión. Sin ella solo se tienen agendas llenas de ideas no realizadas. Y esa acción debe ser oportuna, enfocada y consistente, y debe regirse por la filosofía ganar-ganar. No creo en la acción que perjudica a otros deliberadamente. No creo en la felicidad que se recuesta sobre el dolor ajeno. Promuevo la conducta ecológica que evita dañar. Por eso la regla ganar-ganar es siempre la más adecuada cuando de acción de logro se trata, y así lo he reflejado en mi libro «La Psicología del Éxito.»
Pagar el precio:
Como se ha dicho muchas veces “no existe la comida gratis”. Se hace necesario pagar un precio por lo que deseamos ser, hacer o tener. Esto significa determinar lo que debemos cambiar, mejorar o suprimir de nuestro esquema de pensamiento, emoción y acción, para convertirnos en la persona que podemos ser. A veces el precio es claridad, o actitud, preparación, manejo del tiempo, habilidades de relaciones, grado de motivación o nivel de disciplina que nos imponemos, o podría tener que ver la perseverancia o el modo como manejamos el asunto del dinero. Pagar el precio es esforzarse y renunciar al facilismo y a las excusas, para abordar el reto de lograr las metas.
De manera que hay todo un abanico de actitudes y conductas que operan como requisitos para cambiar la condición actual y mejorarla. La seria reflexión de estas sugerencias y su puesta en práctica, pueden hacer de este año un espacio para la transformación de su vida. Gracias por leerme.
Renny Yagosesky es
Ph.D y MSc. en Psicología, Periodista, Conferencista y Escritor
RRSS @DoctorRenny