Dr. Renny Yagosesky
La lucha que muchas mujeres vienen librando desde hace siglos, no puede esconderse o negarse. En muchos lugares y tiempos se les ha empujado a un espacio reducido, a un sitial inferior al que realmente les corresponde por méritos y capacidades.
Sin embargo, en estos tiempos de postmodernidad, su papel se ha intensificado y valorizado, por lo que podría decirse que la mujer vive su mejor momento en toda su historia.
Doris Bersing, una venezolana estudiosa del trema femenino y también de las implicaciones de la autoestima, considera que «ha llegado el momento en que las mujeres redescubran su verdadero papel, exploren su verdadera identidad, contacten su poder personal, hagan conciencia de sus decisiones, y superen patrones y estereotipos socioculturales inculcados por padres, instituciones y personas influyentes, que han servido para esclavizarla y obligarla a vivir en la desvalorización y la indignidad.»
La verdad es que basta una ojeada a la historia para entender que las mujeres no la han tenido fácil: desde la infancia se les condiciona a vivir de manera artificiosa, dependiente y subordinada. Se les limita de manera implícita y explícita, a través de mensajes como: «una mujer no debería…», «esas no son cosas de mujeres», «mujer tenía que ser», etc.
Es todo un bombardeo ideológico sociocultural para inducirla a conductas estereotipadas en las relaciones de pareja o en el mundo laboral, y se le etiqueta en aspectos o etapas como la menstruación, la competencia social, la menopausia y la vejez. Todo un reto, un camino contra corriente.
Toda esta trama socio cultural va golpeando su amor propio y empujándola a adaptarse a las exigencias del medio ambiente. La tildan de «buena mujer» si complace a otros, si se «porta bien» y aplaca sus verdaderos deseos, intereses y necesidades.
Se le induce a auto engañarse, a limitar su capacidad de riesgo, a hundirse en las tareas del hogar. Se le aleja de sus legítimos derechos y esto la hace dudar de sus capacidades y le dificulta definir un norte coherente con su potencial y sus verdaderas necesidades.
Muchas responden a esta situación victimizándose, actuando como mujeres sufridas. Otras se tornan ambivalentes y neuróticas. Y están también las retadoras, que pasan a ser súper mujeres y muchas se castigan con la enfermedad.
Bersing afirma que no hace falta sufrir ni enfrentarse a los hombres. sugiere más bien una revisión interior profunda, en la que cada mujer se pregunte qué necesita realmente, qué pautas o patrones rigen sus decisiones y actos, y si son adecuados a los requerimientos personales y al momento actual, y especialmente, si son idóneos para permitirle tomar la ruta correcta y arrobar al destino anhelado.
Asimismo, invita a las mujeres a dejar de posponerse, a retomarse sin buscar conflictos innecesarios, sino a ordenar la vida y crear un equilibrio para elevar la calidad de cada día, en forma de autonomía, logros y bienestar emocional, en integración, respeto y armonía, en decisiones y riesgos valientes, en más placer y menos dolor, más autenticidad y menos «caretas», más versatilidad y menos rigidez, más presente y menos pasado, más aceptación y menos culpa.
Pienso como Bersing, que la mujer es un ser múltiple y bien puede ser sensual, tierna, laboriosa, audaz, tenaz, competitiva y de otras mil maneras, sin llegar a crearse contradicciones de fondo, ya que es perfectamente capaz de integrar sus diversas facetas como un abanico de posibilidades.
¿Cómo lograrlo? ¿Cómo elevar la autoestima y rescatar el amor propio para sacarse de adentro pensamientos, emociones y conductas auto-flagelantes? ¿Cómo romper los patrones incapacitadores de la dependencia, la sumisión o el resentimiento? Veamos algunas sugerencias concretas:
- Tomar responsabilidad personal y aceptando que todo cuanto te sucede y por todo lo que has hecho y decidido.
- Dejar de culparse y de culpar a otros.
- Cambiar los pensamientos destructivos por otros constructivos.
- Aceptar que existen nuevas y mejores posibilidades para ella.
- Asumir que el cambio requiere conciencia, responsabilidad y voluntad.
- Vigilar sus pensamientos, sentimientos, palabras y hábitos. Menos sabotaje.
- Revisar las normas y valores sociales que sigues.
- Replantearse lo que puede y debe cambiar de su vida actual.
- Superar la queja y actuar creativamente.
- Retar el miedo, con la fe puesta en que la semilla dará fruto.
- Perdonar y superar los resentimientos.
- Implementar una forma de vida más humana y espiritualizada.
La idea es hacer lo que se debe hacer para renacer a una vida digna con mayor control sobre su mundo. Lo otro, lo que mantendría las cosas como están, sería quedarse donde siempre padeciendo lo que ahora se padece. Lo que una mujer es, siente y tiene, es resultado de sus decisiones personales. Cuando se quiere cambiar el mundo, debe cambiar uno primero. Gracias por leerme.
Dr. Renny Yagosesky
Ph.D en Psicología, Conferencista Internacional, Escritor